Street Art #3919
Av. Córdoba 2351, Recoleta, Ciudad de Buenos Aires, Argentina
El tríptico en el Hospital de Clínicas
El de la izquierda, firmado por Mariano Antedomenico, "El Marian", trata de la desolación en el sitio del atentado después de las 9.53 de la mañana, el 18 de julio 1994. Los escombros, la desesperación, las cadenas humanas que sacaron a los heridos del lugar de la explosión. La escena retratada ancla la destrucción en el espacio y el tiempo.
El segundo mural es un homenaje al hospital público. Representa a su cuerpo médico socorriendo a los heridos. Una médica en primer plano interpela con la mirada al espectador, poniéndolo en el lugar de la víctima. "Porque todos somos víctimas de este atentado", explica el autor de la obra, Martín Ron. "Ponerse en la piel de la víctima sirve para recordar que el reclamo de justicia no es ajeno, es de todos, de la sociedad", subraya el muralista, que se inspiró en archivos fotoperiodísticos para su diseño.
La tercera parte, a cargo de Mariela Ajras, es una alegoría de la figura de la justicia que se desintegra en un reloj de arena. "La figura está desapareciendo con el paso del tiempo. La justicia que no se imparte termina transformándose en impunidad", explica Ajras en relación al crimen que, después de 25 años de investigación, sigue sin esclarecerse.
El de la izquierda, firmado por Mariano Antedomenico, "El Marian", trata de la desolación en el sitio del atentado después de las 9.53 de la mañana, el 18 de julio 1994. Los escombros, la desesperación, las cadenas humanas que sacaron a los heridos del lugar de la explosión. La escena retratada ancla la destrucción en el espacio y el tiempo.
El segundo mural es un homenaje al hospital público. Representa a su cuerpo médico socorriendo a los heridos. Una médica en primer plano interpela con la mirada al espectador, poniéndolo en el lugar de la víctima. "Porque todos somos víctimas de este atentado", explica el autor de la obra, Martín Ron. "Ponerse en la piel de la víctima sirve para recordar que el reclamo de justicia no es ajeno, es de todos, de la sociedad", subraya el muralista, que se inspiró en archivos fotoperiodísticos para su diseño.
La tercera parte, a cargo de Mariela Ajras, es una alegoría de la figura de la justicia que se desintegra en un reloj de arena. "La figura está desapareciendo con el paso del tiempo. La justicia que no se imparte termina transformándose en impunidad", explica Ajras en relación al crimen que, después de 25 años de investigación, sigue sin esclarecerse.